martes, 22 de noviembre de 2011

Que viva la paz


Vivir en paz no solo es un derecho sino una obligación.  Las personas solamente se pueden desarrollar completamente si viven en un estado tranquilo y humano.  Que la sociedad esté en paz significa que las personas se están desenvolviendo completamente y trabajando hacia sus metas personales. “El mantenimiento de la paz comienza con la autosatisfacción de cada individuo” –Dalai Lama.  Lastimosamente no todo el mundo disfruta de la paz, hay un conflicto en cada continente.  Desde las guerras por los narcotraficantes en Colombia y México, los soldados en ambos lados en Irak y Afganistán, el genocidio en Sierra Leon o Sudán y por supuesto la guerra permanente en Israel y Palestina.  Parece ser que los conflictos en los distintos países resultan por razones diferentes, pero  yo creo que todos acuden a la avaricia humana como razón.   Unas guerras se pelean por petróleo, por dinero, por territorio, por etnia o por religión.  Siendo la última de estas usualmente donde peor van las cosas.
A través de la historia la humanidad se ha dado cuenta de la magnitud de destrucción y sufrimiento que viene de la guerra, pero seguimos sin aprender.  Las friolera cifra de más de cincuenta millones de muertos en la segunda guerra mundial no ha sido suficiente para acabar con las guerras.  ¿Será que cada generación olvida el sufrimiento de sus antepasados?  Espero que no porque sería un grave error, y un insulto muy grande hacia las personas que han vivido la guerra y más aún para las personas que han muerto a causa de la ella.  La guerra nos deshace como personas. Saca lo peor de cada uno de nosotros, nos deshumaniza y nos lleva a cometer actos alejados de la razón y del amor.  Es un deber de cada ser humano empujar por la paz a toda costa, ya que solo a través de ella somos realmente libres.  Juan Pablo II dijo: “El diálogo, basado en sólidas leyes morales, facilita la solución de los conflictos y favorece el respeto de la vida, de toda vida humana. Por ello, el recurso a las armas para dirimir las controversias representa siempre una derrota de la razón y de la humanidad”.  Siempre debe de dejarse oportunidad de resolver los problemas por otras vías que no sean las armas.
Da miedo pensar que ya hemos desarrollado la capacidad para autodestruirnos, cualquier guerra que involucrara armamento nuclear significaría el fin para nuestra sociedad.  Afortunadamente el mundo solo ha visto la explosión de dos bombas nucleares sobre ciudades, y ya estas dos son demasiadas.  Hiroshima y Nagasaki sufrieron el horror y devastación de esas explosiones.  Los Estados Unidos lo justifican diciendo que al hacerlo salvaron muchas vidas de sus soldados al evitar una invasión a Japón, lo que probablemente sea cierto.  Pero no creo que el fin justifique a los medios, ya que murieron aproximadamente doscientas mil personas inocentes en ambas ciudades en los cuatro meses posteriores. 

Es tiempo que se cambie la manera de pensar de avaricia que lleva a la guerra.  De darse cuenta, como la mayoría lo hace, que no hay razón que justifica llegar a la guerra. Que no es el estado natural el estarnos haciendo daño mutuamente.  De ayudarnos más en vez de tener envidia y celos hacia extranjeros o extraños a nuestra cultura.  Como decía Isaac Newton: “Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes”.  Debemos estrechar más lazos que fortifiquen la convivencia humana y así sea más difícil caer en cualquier situación que vulnere la paz y la convivencia pacífica dentro de la sociedad.





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